Venga ahora la ola de flechas y el rosario de ignominias
sea pues la hora justa, la portadora de la terrible noticia eterna
la madrugada como frío aviso del cadalso de mis versos de amor.
Tenga piedad la pasión y la fe que no tuvieron durante años.
Aquí espero la sentencia y aquí espero con furia mi castigo
no deje pupilos ni libros ni viudas.
Venga pues el rayo de luz que anuncia otro nacimiento,
frugal esta vez.
De nuevo fabricaremos sueños y diminutas alegrías que constituyen
una fina y delicada paz.
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